01 julio 2014

The Rolling Stones: 25 de Junio 2014.

Special Guest (Nom Transferable)

Por Kike Turrón.

Las entradas que se adaptaban a mi precio habían volado a las pocas horas de ponerse a la venta, así que me resguardaba en el típico consuelo del looser: bueno, ya los vi en aquella gira, a fin de cuentas están tachados de mi lista. Unos días después viajé a Pamplona, y va Kutxi Romero y me regala el libro titulado Yo fui el camello de Keith Richards. Regalazo, pero de nuevo el lamento interior (que putada, esta vez me los pierdo, soy un puto looser).

En cualquier caso, esa sería mi golosa lectura para rellenar los tediosos horarios durante mi trabajo como encargado de producción en las fiestas de ese gran municipio bautizado como Tres Cantos, que es Madrid, pero eso es aparte. Cinco días de fiestas, y eso que estamos en medio de una profunda crisis económica. Tremendo el capítulo dedicado al fatídico festival en el circuito de Altamont, organizado por los propios Rolling Stones (con Santana, Jefferson Airplane y un montón de grupos más) para competir con el lanzamiento de la película sobre el Festival de Woodstock. Los Gratefull Dead aconsejaron a los británicos contratar a los ingobernables y despiadados Ángeles del Infierno como equipo de seguridad y aquello terminó convertido en una merienda de hippys apalizados por los moteros, todos drogados hasta las trancas. Dicen que ahí terminó el verano del amor.

La cosa es que estaba el viernes 20 de Junio en esa caseta de lata que me sirve de camerino, leyendo y vibrando con los beats del segundo dj de la noche, bien entrada, por cierto, cuando me llega un mensajito. Es Cris, de la oficina de contratación de Leiva, Attraction Management. Me escribe contando que es muy probable que sea Leiva quién abra para los Rolling en el Bernabeu. Pregunto: ¿probable? ¿Servirá mi pase personalizado de la gira Pólvora para este evento? Responde: no creo, amor, es súper secreto, no se puede decir a nadie (y un emoticono de tristeza). La decisión sobre la posible actuación de Leiva se transmitiría el lunes a la oficina, hasta entonces no quedaba más que esperar. Pero el lunes llegó y la respuesta fue afirmativa. Cris me volvió a llamar ese mismo día para pedirme el número de mi documento de identidad, y ahí supe que era muy probable que servidor tuviese acceso al Santiago Bernabeu el día 25 de Junio, para trabajar, aunque ir a ver a los Stones nunca puede considerarse trabajo.

Llamé a Leiva entre tanto, me contó que al conocer la noticia se había agarrado una buena con César Pop mientras repasaban la carrera discográfica de los Stones, estaba emocionado aunque creo que era consciente de la responsabilidad que le venía encima. ¿Cuántos grupos de aquí habrán teloneado a los Rolling en sus visitas a España? No quiero equivocarme, lo más seguro es que los más frikis ya hallan creado un portal con toda esta información y algún dato más de relevante interés.

El día 25 me levanté escuchando el Black & Blue, me encanta ese disco. Desde la oficina donde trabajo me dicen que estoy apuntado en la crew de Leiva, que somos treinta las personas a las que han concedido pase especial, incluidos ahí ocho músicos y seis técnicos y asistentes. De paso me informan que han denegado un buen número de solicitudes, que en la compañía están un poco moscas, no les han hecho caso… creo que me inicié en serio con los Stones con ese disco y con el directo Time is on your side. A partir de ahí viajé para atrás y trepé por delante, me enganché, claro. Guardo la caja y la carátula del cd en mi bolsa, no creo, pero ¿y si me cruzo con alguno de ellos? Hemos quedado a las 14:00 en la oficina, los técnicos han ido temprano al estadio con el backline, los músicos están citados sobre las 15:00, pero no es seguro que puedan probar sonido… bienvenido al territorio de sus majestades.
Conduzco hasta el barrio de Fuencarral, sonando “Hey Negrita”, allí me recoge Adolfo, runner de la Leivaband. Me muestra orgulloso su pase, personalizado, que le cuelga justo debajo de su orgullosa sonrisa. Paseo de la Castellana y directos a ese estadio que hoy cuelga el cartel de no hay entradas en sus taquillas. En los aledaños ya hay montones de lenguas por las aceras, un cordón de trailers negros bordea el perímetro del estadio, son el aviso, la señal inequívoca: el circo ha llegado a la ciudad. Kikín, jefe de producción de la gira Pólvora, sale a buscarme a la puerta 38. Me entrega el pase de backstage, con mi nombre, igualito que el de Adolfo. Entramos y ya puedo ver un trocito de la escenografía, es el huequito que me permite la entrada a gradas. ¿Kike? ¿Turroncillo? Alguien me habla. Me vuelvo y veo al gran Mancera, colega Malagueño al que no veía desde hace años. Me dice que lleva ocho días con el montaje. Él dirige a los equipos de altura, siempre ha sido un escalador vocacional e imagino que todo lo que ha aprendido en las montañas le sobra para encaramarse a andamios y montar este enorme escenario que da cobijo a los Rolling durante su gira 14Onfire, dicen que la última que darán (siempre dicen esto, es el mejor slogan para vender tickets, descarado, Emily Cirus no puede recurrir a ello y a Dylan ni se le pasaría por la cabeza plantearse el dejar de girar, pero a estos les da lo mismo, es decir, si hay otro tour más, si que será el último y ya con eso, la mentira utilizada se perdona). Pero no vamos a la cancha, Kikín me conduce hasta la planta segunda en un ascensor, directo a los palcos VIP. Aquí debe ser donde ven los partidos la gente con pasta, quizá familiares de los jugadores, colegas del presidente o vete tu a saber quién. Tenemos dos salas de estas para la trouppe, en una hay cerveza, tortilla, refrescos y cortezas. Curioseo por la zona de camerinos, me asomo a los ventanales y aparece Leiva. Camiseta de tirillas rosa pálido, baqueros ceñidísimos, botas de medio caño con cordones, sobrero de cuero. Nos saludamos aludiendo a lo que hay: estamos en la trasera de un show de los Stones. Grande. Me abro una lata de Mahou y me asomo al ventanal. De un sitio a otro va gente con cascos de colores y chalecos fluorescentes, otros de riguroso negro, hay otros cubriendo un suelo con plástico azul, otros tapando unas gradas con otro de color negro, palés con cientos de botellas de agua que van de aquí para allá. No se ve ni un milímetro del césped del estadio, está todo protegido. La Leiband va llegando como un goteo, nos saludamos fraternalmente, hay respeto por el show de hoy, se perciben nervios, pero no inseguridad.

De pronto escuchamos unos coros celestiales. Un grupo coral de cuarenta pibes y pibas están entrenando el “You can´t always get what you want”, solo ese fraseo y la oda final de la canción. Hostia, suena que te tumba. Flipamos… y nos informan que podemos bajar, que nuestro pase vale para toda esta zona, la de abajo y la primera fila del escenario, para luego disfrutar del concierto si nos apetece. ¿Si nos apetece? ¿Cuánto valdrían esas entradas cuando salieron a la venta? ¿Y en la reventa? Me es indiferente, no renunciaría a este pase por nada del mundo, ahora mismo es como la placa del sherif. Bajamos para situarnos a pié de escenario. El backline de Leiva está aún abajo, a mi lado, arriba siguen ajustando los celestiales coros… salimos a la zona de público. La gente del merchan está montando su tenderete, en las barras colocan vasos y grifos para la excesivamente cara birra que venderán en unas horas más tarde. Leiva sube con Kikín al escenario, solo ellos dos. Mientras, nos tiramos fotos, delante del escenario, abrazados, disfrutando de la grandeza de todo este montaje. Al poco baja Leiva y nos dice que es muy probable que vengan los Stones a probar sonido. Al parecer el show en Roma de hace unos días no salió lo bien que debería y han decidido hoy bajar del hotel y hacerse una prueba. ¡Los Rolling Stones prueban sonido! Nos dicen que nadie delante del escenario, que nos situemos en una discreta grada lateral. Nos fundimos con las sillas del estadio, tratando de no llamar la atención… pero, que cojones, somos 17 personas juntas y eso no se disimula ni con un telón negro. No cuela, nos vienen a decir que confirmado, que los Rolling vienen a probar y que tenemos que subirnos a camerinos. Leiva va comentando los amplis de Keith, los de Ron, los pedales, todo ello material sencillo, nada del otro mundo. Desde allí no se ve el escenario, pero sí la trasera de este. Descubrimos que avanzando por un pasillo hay un ventanal que permite una vista digna del frontal del escenario. Por un lado es la hostia que vengan a probar, pero por el otro, eso significa que las posibilidades de chequear sonido para la Leiband van en disminución.

Al rato llegan tres furgonetas negras, cristales tintados, brillo apabullante… son ellos. Keith viene en una él solo, los demás comparten… Mick es más delgado así, al natural, Ron viste vistoso, rematado con unas imposibles zapas de intenso brillo amarillo y rosa, cuesta fijarse en Charlie. A la gente del coro la han apartado escaleras arriba, chequean con “Like a rolling stone”, suena potente. Es curioso observar a los chicos de seguridad, hacen gestos a los currelas del estadio para que se den la vuelta y no miren al escenario. Nuestro ventanal es vigilado por otro seguridad, no quiere que grabemos o tiremos fotos… nos reímos y burlamos sanamente de él, muy discretamente, eso si. Siguen un buen rato así, tocando, parando, hasta que hacen subir al coro y se hacen el “You can´t always…”. Suena cojonudo, mucho mejor que sonará dentro de unas horas cuando la interpreten dentro de su show.

Las cervezas rulan entre los músicos, no perdemos detalle, escuchamos, observamos, comentados todo lo que sucede ante nuestro ventanal. Kikín aparece para decirnos que, en cuanto salgan las furgonetas, es nuestro momento de subir el backline y probar sonido, que nos dejan una canción. Sobre el escenario compruebo lo engrasado que está el equipo de la gira, Alex, Kikín, Chavi, Malca y Sito desde arriba del escenario y Ángel Martos desde el control de PA ajustan todo, explicando a los güiris que algunos canales fallan, que algo no va bien. Paseos de tipos vestidos de negro en bermudas que quitan y ponen cables a los micros y monitores. Los nuestros saben que esto es una cuenta atrás, me permito la osadía de permanecer sobre el escenario, contemplando la coreografía de los técnicos, pertrechado tras un ampli. A mi lado está un atril con púas alineadas, una especie de cenicero o escupidera, una paño negro de seda… ¿serán las cosas de Mick? Los músicos de Leiva ya tienen colgados sus instrumentos y agarradas sus baquetas, están en su lugar. De pronto observo que empieza a entrar un chorro de gente, es el público, han abierto puertas y numerosos grupos de chicos y chicas corren a las primeras filas. Leiva está detrás, discreto, guardándose. Departe con Tarque, que ha venido con Ariel Rot para cantarse el “Mucho Mejor” de Los Rodríguez. Luismi (percusión) y Jose Bruno (batería) le piden a uno de los guiris un par de púas y se las da… las guardan emocionados. No se soluciona el problema de cables, los músicos van dando forma a una jam para que Ángel pueda ajustar. Entonces Leiva llega desde el fondo haciendo sonar su guitarra, como en el inicio del video clip “Terriblemente cruel”, tal que así.
Cuando empieza a sonar todo, el guiri de las púas señala a Jorge Grau (roadmanager) con los dedos que en dos minutos se corta. Él previene a todos los músicos que suben y bajan el pulgar en dirección a Sito (técnico de monitores). Y termina (terminan los dos minutos, quiero decir), ya está, listo para examen.
Nos subimos de nuevo al camerino. César Pop (teclas) me dice, ¿Qué puede haber más grande que esto? ¿Tocar nosotros solos en el Bernabeu? Yo le digo que, aunque eso sucediese, no sería lo mismo, los Rolling son los Rolling. Y me dice que si, que es verdad. Con Tuli coincido en la puerta, va a por su saxo y va diciendo en bajito: centrémonos, centrémonos. Manuel Mejías (bajo) me comenta: ahora, si pudiese, me iba un rato a correr, para quitar tensiones. Le digo que porqué no lo hace y me responde que no ha traído ni zapas ni ropa apropiada. De pronto Leiva me dice que es probable que le lleven a tirarse una foto con los Rolling, que a veces lo hacen y que los de Doctor Music le han informado que es muy probable. Flota, claro. Hace unos días escribió a la oficina la manager de Mick Taylor diciendo que si le recordábamos de cuando grabó con Pereza. Tiene guasa, que si recordamos aquello… yo fui quién llevó su guitarra en el aeropuerto, su pesado jabugo con el que, seguro, grabó muchos clásicos de los Stones en su época guapa. El caso es que Kike Babas (de la oficina) está mensajeandose con ella, con la manager. Dice que es muy complicado que nos dejen acercarnos a su zona de camerinos, pero que él tratará de acercarse en algún momento. Su zona debe de estar justamente enfrente a la nuestra, en fin, deben ser diez minutos de pasillo los que nos separan, pero me temo que la burocracia y protocolo stoniano son los que dificultan el encuentro y, me temo, la foto de Lei con sus satánicas majestades. Cuenta en su libro, el que se auto denomina dealer de Keith, que cuando estaban en la cresta de la ola como banda de rock and roll, les gustaba hacer esperar al público durante una o dos horas, que se mofaban de su manager… y eso fue hace muchos años, muchísimos. Alucino al pensar que Mick acaba de enviudar y aquí está, suspendieron cuatro bolitos y arreglado… la multimillonaria modista, que era ahora su esposa, novia o lo que el contrato especificase, se había colgado de la lámpara de su casa, y el tipo aquí está, cantando el “Jumping Jack Flash” con la misma fimeza que el primer día que la cantó.
Llega la hora de salir. El show arranca. Se les nota la tensión, pero beneficia el show, salen con rabia, llenos de rock, acelerados. No soy bueno calculando estos enormes recintos, pero seguro que ya habría diez mil personas como mínimo, poblando las gradas, esas que casi alcanzan el cielo de Madrid.
Leiva saluda, presenta a la banda, y habla, pero tiene más ganas de tocar. Juancho está tremendo con la guitarra, suena a estadio cada uno de sus solos. Llegado el momento de la última canción, Lei presenta a Carlos y Ariel que, de punta en blanco, salen a escena. En un momento dado Carlos se va hacia la pasarela que tanto utiliza Jagger en sus shows, pero algo le corta y no sigue su paseo… luego me comentará que a punto estuvo pero que algo le cortó y decidió no hacérsela… pero que iba para allá decidido. Manuel, Jose Bruno y Luismi mantienen el ritmo en su sitio, bien arriba. Tuli y Pacheco rugen con sus vientos metiendo groove al asunto, están inmensos todos ellos. Pero toca retirada, el tiempo ha concluido y el público ovaciona. Yo me he pegado un rato de charla con el Canijo de Jerez mientras Leiva tocaba, me comentaba que se alegraba inmensamente de la elección de Leiva, que es el que se lo merece. Bailamos y bebemos un rato mientras echamos humo. La tarde se está terminando y la luz del día ya no da más de si.
Subimos de nuevo a camerino. Brindamos. Ha sido grande, muy grande. Aunque no haya habido foto ni saludo a Mick Taylor, aunque mi Black & Blue siga sin garabatear.
Nos asomamos al ventanal y vemos como, de nuevo, llegan las furgonetas negras. De ellas bajan los Stones que se suben directos por la rampa al escenario… luces, sonido: ladies and gentleman, The Rolling Stones.

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