13 julio 2012

Nueva entrega: Con Leiva en la carretera capítulo 11.

Nuevo documento de la exclusiva serie que te ofrecemos desde la web oficial de Leiva. En esta ocasión contamos con el testimonio de Adolfo, persona encargada del merchandising y, de paso, de casi todo lo que le caiga. Su redacción nos dará una idea de cómo fue el concierto de Leiva el pasado día 30 de Junio en la ciudad de Lleida.

Con Leiva en la carretera. Capitulo 12.
Sala La Manolita. Lleida. 30 Junio 2012.
Por Adolfo.

Me presento. Soy Adolfo, el runner de técnicos, merchandising man, ayudante de producción y más… Comencé a trabajar con Leiva en la última etapa de Pereza, ahí me ocupaba solo de los artículos del puesto de merchandising. Ahora ya soy parte integrante de la Familia. Lo que no imaginé jamás es que una de mis funciones sería hacer de cronista en relación con las actuaciones de Leiva, pero bueno, ahí va:
El concierto fue en Lleida. De entrada, esta vez mi cometido cambiaba. Era la primera vez que conducía la furgoneta en la que viaja Leiva (junto a César y Juancho, claro, los músicos). Iba sustituyendo a George (road manager habitual), que tenía otros asuntos que atender, y eso me tenía un poco acojonado, pero la cosa fue fenomenal, a los pocos kilómetros de abandonar Madrid ya me había echo con el sosiego de la tripulación y con los mandos de la furgo. El jefe no pió y la guardia civil no me paró. Prueba superada, por lo tanto, y a otra cosa.
Con 42º de temperatura entrábamos en la ciudad, ¡menudo infierno! La Generalitat debería arreglar esto. Menos mal que el concierto era acústico y el montaje es mucho más sencillo que en eléctrico. Con este calor las fuerzas se merman y hacer “lo de siempre” cuesta un Potosí. ¡Cojonudo!, qué alegría, nuestro amigo “Canijo” ha venido a vernos desde Barna con toda su prole, mujer, hijo y 2 perros, faltaba el canario y la abuela pero con ellos cinco más que de sobra.
Era la primera vez que hacíamos un acústico de Leiva en una sala, lo normal es ir a pequeños teatros y auditorios, y todos estábamos con la duda de qué nos podíamos encontrarnos en este recinto. No molan las sorpresas, y menos cuando es algo tan delicado como un acústico, en donde todos los detalles son fundamentales. Sorprendentemente todo fue sobre ruedas, es cierto que gracias al buen hacer de la gente de la sala y a nuestro buen rollo habitual. Después de un gran concierto con un público, como siempre entregado desde el primer acorde, fiestaca a cuenta de Cesar Pop, ¡Feliz cumpleaños, bro! En el hotel nos pusimos a tono con la temperatura ambiente, inmejorable compañía, siempre risas y buenos puntos suspensivos.
Pero el destino me tenía reservado un buen marrón para el final: un viaje de vuelta con “cadáveres” en la furgoneta en vez de músicos, y, como guinda, un viento que pegaba de costado y nos hacía movernos como si fuésemos en barco (que se lo pregunten a Kikin, o mejor, podéis leerlo en la anterior crónica de esta misma serie). Gracias a la compañía de Carlos H (técnico de sonido), buen copiloto y enorme presencia, la cosa se hizo muy llevadera y entretenida. Agradecimiento especial al “Negro” y a Juancho que nos aguantó como un campeón todo el viaje. Hasta luego y gracias por el pescado.

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