09 febrero 2012

¿Hay alguien ahí?

Hola amigos y amigas (y viceversa). Antes de nada, daros las gracias por estar ahí expectantes y acompañarme en esta nueva cruzada.
Uno siempre cree, cuando se enfrenta a la salida de un nuevo disco, que ya no va a haber nadie esperándote, que ya no molas una mierda y que la gente se habrá ido con otro más interesante, más innovador y más limpio que tú. Detrás de los sombreros, focos y los escenarios, también están las taras, los miedos y las mierdecillas de cada uno. Es realmente emocionante ver que mi cabeza terrorista casi siempre se equivoca. Un año más me digo: Hostias, siguen ahí!
Lo dicho. Muchas gracias de nuevo.

Primero disculparme por mi bio ritmo virtual-social (me lo acabo de inventar en este instante, pero vosotros me entendéis). Como sabéis, no me caracterizo precisamente por mi hiperactividad en la red. Más bien todo lo contrario. De hecho, es la primera vez que escribo en una historia de estas (pues estas palabras van a modo de saludo inaugural tanto para la web como para el resto de redes). En estos tiempos veloces que corren, sé que el hippie raro soy yo. Lo sé y lo asumo con deportividad. Os diré que poco a poco voy domando al Moglie que llevo dentro. Ya empiezo a acercarme con cierta cautela y curiosidad a esto de la red social. Hay algo en ese romanticismo de chupar el sello y tirarlo a un buzón que me sigue fascinando, pero es indudable lo práctico y veloz que es esto del twitter y demás… Entre otras cosas, es una gozada leer noticias 15 minutos antes de que las saquen los periódicos. Sin filtros, sin maquillajes. Al fin y al cabo sin intermediarios. Se acaban los intermediarios. Algo realmente interesante para mí.

Fuera de esto y a lo que iba… No puedo evitar tener cierta predilección por los pocos artistas que quedan, que nunca se sabe ni cómo, ni cuándo, ni dónde coño están. Ese misterio me seduce mucho. Hace que me los imagine exactamente como me gustaría que fueran. Ese misterio mágico. El que vivía a los 13 cuando no sabía que cara tenía Robe Iniesta, ni Chris Robinson. Yo lo que quería era ir a verles tocar. Cuando salían al escenario, guau… recibía un impacto realmente acojonante. Me sigue pasando. Muchos días me imagino a Tom Waits flirteando con una prostituta de 60 años en un antraco de carretera buscando un verso, cuando en realidad estará con un delantal cocinando comida macrobiótica…
Pero ya lo dijo el bueno de Dylan en los 60.”The times they are a changin’…”
En fin, de no escribir nunca a contaros mi vida en un momento. Parece que se me ha ido el hilo, pero no (bueno, un pelín). Voy a aflojar un poco, va.
Me gustaría escribir solamente cuando haya algo realmente interesante que contar. Deciros lo qué voy a comer cada día, cuándo voy a ensayar y qué libro estoy leyendo, por el momento no me veo… y tampoco creo que tenga mayor relevancia. Me dicen por aquí que, cuando escriba yo, aparecerá algún tipo de símbolo para identificar que soy yo y no un maldito impostor colega mío que me echa un cable con todo esto.

Bueno compis, ya acabo. Que estoy feliz, que me vuelvo a llevar a mi gente y a mi banda de siempre (La Lei-band), que estamos sonando como un tiro, que he vomitado mi alma en este disco, que ya mismito estoy de gira y que no puedo aguantar más. Me muero por salir a la carretera y vernos las caras. Sí, muero mucho.
Ah, y que el Cholo Simeone tenía que venir a poner orden.
Lotta love.
Lei.

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